miércoles, 1 de septiembre de 2010

Miércoles de lluvia

La gente en la calle, los paraguas, los ojos mirando los charcos, los pies esquivándolos.

Miércoles de lluvia, el distribuidor que se moja y nos deja justo ahí en medio de la entrada a Santa Fe, frente a la cancha de Colón, entre los otros automovilistas que empiezan esquivarnos formando nudos de autos que se cruzan que se enfrentan que entran contramano; y los colectivos, que hacen maniobras y maniobras y maniobras, adelante y atrás adelante y atrás, hasta volver a encarar el recorrido mil veces hecho, mil veces pendiente de hacer; y nosotros, parados bajo la lluvia como para expiar la culpa del caos que provocamos, que hemos encendido las luces balizas y esperamos que “pase el chaparrón”.

Entonces el pibe; ese pibe, el típico pibe santafesino que no pudo terminar la secundaria y vende banderitas el día del partido y choripanes de lunes a lunes, ese pibe, se acerca medio oculto bajo el gorro y el cuello levantado de la campera impermeable, y te dice “Tío qué le pasa”.

Y nosotros que nos quedamos helados sin saber si volvernos al auto y encerarnos o decirle “Nada” o “Decirle qué querés”, y que por las dudas cerramos el auto y tanteamos el celular en el bolsillo.

Miércoles de lluvia en Santa Fe, el accidente de todo los días de lluvia deteniendo el tránsito en el Carretero y nosotros y el auto en medio de la calle y el pibe.

Y entonces se nos ale de la boca sin saber como ¿Te animás a empujar?

"Dele tío"

Y el pibe que deja lo bofes empujando mientras se empapa y dice ¿Acá está bien?, y nosotros que sacamos un mango del bolsillo y se lo damos y le pibe que dice que no con con la boca y sí con la cara porque lo necesita y nosotros que decimos gracias, arragalo pibe, gracias.

Miércoles de lluvia. La chacha de Colón borrada tras la cortina de agua.