La lumbalgia puede ser buena para la memoria.
Es que después de tres días recostado sobre algunas almohadas calientes como el
infierno, imposibilitado provisoriamente para mis caminatas diarias, solo tengo
dos cosas para hacer, a saber: navegar la red o mirar televisión y,
casualmente, quiero decir por azar,
desvelado y adolorido fui a dar con el tema del voto calificado, tema que los
que caminamos desde hace rato, podemos rastrear en nuestra memoria si viene al
caso, como pasa cada vez que se reflotan temas con más años encima que Matusalén.
Así, digo, por azar y luego por esas redes que
el azar trenza para volverse previsible lo primero que encontré fue una serie
de fragmentos de discursos de líderes tan distantes el uno del otro en kilómetros
como en otras cuestiones como Obama y Correa, coincidiendo asombrosamente en un
punto que, nobleza obliga por solidaridad con mis colegas y convención aceptada
por la RAE llamar
álgido, aunque álgido signifique frío muy frío y el tema en cuestión sea más
bien una brasa caliente que ha pasado -siguiendo con su costumbre de dar saltos
que le aseguran la inmortalidad, gracias a nosotros, hombres y mujeres de buena
voluntad- a este siglo también. Y el punto de la coincidencia era precisamente
el voto, el voto como herramienta en mano de los pobres, los débiles, dejando
la herramienta de los medios de comunicación para los poderosos. Bien; débiles,
poderosos, débiles, poderosos; la eterna, la única y verdadera diferencia que
ha separado, que separa, ¿qué separará? a los hombres.
Poderosos, un buen sinónimo de poderosos podría
ser poseedores, ¿de qué?, según las épocas y las latitudes…de ejércitos, de
esclavos, de oro, o todo junto por qué no, por citar algunos ejemplos que
evitan entrar en la coyuntura, ya que mi intención es otra y hay muchos y mejor
calificados que yo para hacerlo, decía,
poseedores de aquello que les asegura la obtención de la posesión más
valiosa, la libertad de decidir y aún más de imponer sus decisiones.
Débiles: uno de los sinónimos de débil es pobre,
y si abrimos la palabra pobre, si la llevamos a una lluvia de asociaciones
algunas gotas podrían ser, dependiente,
indefenso. Dependiente de,
indefenso ante, y acá lo dejo, estimado lector, completar, completarme
¿dependiente de quién? ¿Indefenso ante quién? y ya que esta, ahora que completó
la frase, siga el juego y vaya más allá o más atrás y piense cuándo el mundo,
este mundo nuestro, no ha andado rotando alrededor del sol, dividido o más bien
partido, por estos antónimos que ahora enfrentan nuevas formas de oponerse en
los conceptos de voto universal y voto calificado.
Dije al principio que la lumbalgia es buena
para la memoria y debe ser nomás, porque mientras escribo estas líneas me
llegan a la mente imágenes de ciencia ficción, tal vez de algún cuento o
novela, tal vez de Viaje a la estrellas,
que muestran una sociedad utópica, una sociedad cuya evolución humana ha
resultado en una igualdad que deshace por decirlo así los antónimos en que nos
encontramos empantanados y aparentemente, si se me permite, yo diría, que a
gusto.