La tarde cayendo, metiéndose en el río
despacio, pasándole la lengua a los pastos de la costa, succionando despacito los colores del día,
tragándoselos.
El beso de los adolescentes ajenos al calor, a
la luz que va cansándose y se deja morir entre las ramas de las casuarinas
repletas de brisa.
No comprendo esta manía de la caminata circular
u ovoide según se la mire -desde la metáfora o desde la forma-; no comprendo
este andar inquieto como de hormigas yendo y viniendo por el mismo caminito; no
comprendo este entrechocar de antenitas -es metáfora en realidad se sonríen o
alzan una mano para saludarse y lo hacen en cada encuentro de cada vuelta-; no
comprendo esos auriculares ni esos aparatitos aferrados a los brazos. Ahí viene
una mujer, es joven, camina precedida por un cochecito que va empujando y donde
dormita un bebé acunado por el vaivén
que produce la marcha rápida.
Si levanto la vista los ruidos que me llegan de
enfrente se aclaran: unas diez mujeres se agachan y levantan sosteniendo una
barra con pesas sobre lo hombros al compás de la música que se va desparramando
por la vereda hacia el río.
Tres mujeres toman mate, sus risas me llegan
claras: escucho
—El lunes voy a la ginecóloga.
—¿Puedo ir con vos?
—¿Por qué no te pedís tu propio turno?
—No seas así Tuly.
—¿Así cómo? ¿Por qué no te buscás tu propia
ginecóloga, mejor?
—Para ciertas aperturas necesito apoyo moral.
También para ciertas presiones intensas.
—No me hice nunca una mamografía ¿realmente
duele?
—Sos una irresponsable, Ebe.
—Sí ya sé pero ¿duele?
—A mí sí.
—No duele.
—A vos no te duele porque tenés las tetas vacías
yo las tengo llenas de quistes.
—Problemas en las mamas es igual a problemas en
la pareja, según la Pínkola.
—Eso de correr con los lobos no sé si me
termina de convencer, al final ser una
infeliz debería agradarte y hacerte sentir orgullosa, según Pínkola.
—La Pínkola no hace esas asociaciones eso es de
libro de autoayuda.
—El de Pínkola es un libro de autoayuda: “Dentro
de toda mujer alienta una vida secreta, una fuerza poderosa llena de buenos
instintos, creatividad y sabiduría”
—No te lo permito.
—Igual es, me lo permitas o no.
—Esa es una interpretación feminista.
—No, esa es una interpretación machista.
—No, esa es una interpretación freudiana: el
inconsciente tras el mensaje de Pínkola.
—La Pínkola tiene clarísimo el tema del
inconsciente.
—Pínkola manipula perfectamente el tema del
inconsciente querrás decir, querida.
—No me digas querida que no estamos casadas.
—Sí querida.
—¿Y? ¿Puedo o no puedo ir con vos?
—Bueno, dale.
—Yo también voy, pero de espectadora. Nunca vi
una teta por dentro ni un útero en vivo y en directo.
—Ni lo vas a ver.
—Yo sí te dejo ver, Ebe.
—Gracias querida.
—Qué asco.
—Dale Gabi dejale ver el tuyo a lo mejor
encuentra la causa por la que no te teñís las canas y ya que estamos te la
extirpan.
—Muy graciosa.
—Florecieron los camotes, le saqué una foto
—A ver
—Mirá
El beso, el beso e los adolescentes, el beso en
la frente entre los rulos rojos entre las cejas entre los ojos cerrados en la
nariz las mejillas; el beso cayendo sobre la boca como la tarde sobre el río.
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