Amanece sobre el río.
Santa Fe se oculta tras el sol, el puenteo oscila hacia arriba y hacia
abajo, levemente, incansablemente, sobre los pilares flotantes. Resiste
Caminaba, creo que no pensaba en nada hasta que la vi. Pesará uno
cuarenta kilos máximos y le calculo entre 40 y 45 años aunque la extrema
delgadez tal vez haga que me engañe. Camina con rigor, pisa fuerte, da
pasos largos siempre mirando para abajo, en la mano izquierda lleva una
llave, la mano fuertemente apretada blanquea en los nudillos. Viste un
conjunto deportivo que más parece un pijama, es color verde militar.
Blanca, quiero decir que es una mujer rubia con el pelo echando algunas
canas. Más allá, en sentido contrario un hombre entre cincuenta y
sesenta, con bastón y andar dificultoso, ondulante; su cuerpo se ondula a
cada paso recordándome el desplazarse de las culebras sobre la arena.
Antes, hasta no hace muco, corría y después cruzaba el río a nado en
zigzag desde la playa hasta el anfiteatro, iba y venía de costa a costa,
las zaptillas provisoriamente abandonadas para ser calzadas con los
pies cargados de río y seguir corriendo. Antes cuando la enfermedad no
era evidente como ahora, desde hace un año tal vez, cuando el andar
ondulante y dificultoso necesitó de un bastón.
No sé sus nombres, no sé nada de ellos, solo sé de sus caminatas, pero
los siento conocidos porque los veo desde años, todos los días.
Llegado por una sensibilidad poco frecuente en mí, pienso que algún día
no los veré más y me asombro de mi optimismo respecto de mi propia vida,
la que me queda quiero decir, como si hoy, por algún motivo que no
alcanzo a comprender, me supiese eterna o tal vez a salvo de la muerte,
incluso de la vida misma.
Ninguno me saluda, una con la mirada en el piso, el otro con la mirada en un horizonte que solo él puede ver.
sábado, 19 de octubre de 2013
LA CIUDAD DIBUJADA...Hoy, la feria
Parafraseando
a Juan José Saer, amanece y ya estoy con los ojos abiertos. Me acosté tarde y
con una sensación de plenitud poco frecuente en mis neuronas. Había caminado la
feria del libro, había mirado, conversado, escuchado.
La feria de
Santo Tomé tiene cierto aire de algarabía, no sé si será porque así somos los
santotomesinos, por el aire costero que se cuela en las carpas o por la llegada
de Dolina.
Libros
libros y más libros, mirados, comprados, donados, manoseados, deseados; escritores
locales con sus esperanzas bajo el brazo; ex combatientes, libreros comerciantes
y libreros militantes -de los libros, se entiende-; niños -la humanidad insiste
en procrear aunque a diario le anuncien que el mundo se acaba en cualquier
momento-, niños sumisos colgados de las manos de sus padres y niños gritones saltadores
reidores, llevando a rastras a sus padres.
Guitarras
en el anfiteatro frente al río opulento y Diego Reynoso, presidente del Instituto
Belgraniano del Litoral, en la intimidad
del auditorio del Jardín Nº 25, poniendo como quien dice, los mojones de una
idea en la cabeza de los santotomesinos: Santo Tomé, una ciudad Belgraniana, anclada en la historia y la leyenda.
Narradores
orales, teatro, presentaciones. Imposible ver todo hay que elegir, por gusto o
por azar da igual, así que elegí y disfruté.
domingo, 13 de octubre de 2013
Las Vegas. Algo más que lo que se ve, que lo que se sale en los diarios
Presupuesto
participativo tuvo su jornada de votación el sábado en el Barrio La Vegas
Alberdi, las vías, la tierra clara manchada de
amarillo, azul, blanco, colores móviles, colores que el viento arrastra, bolsas,
envases, plásticos, objetos irreconocibles, fragmentos del barrio, también del
resto de la ciudad que se arrastran cuadra a cuadra en los terrenos baldíos
entre los cardos florecidos, las cunetas; entre los caballos que pastan
cansados, los perros flacos, parecen ratas los perros y a mitad de cuadra, de
una cuadra idéntica a cualquier otra, abierto y bullicioso, el Centro
Comunitario, como quien dice, blandiendo los afiches que ondean en el gris de
la mañana.
Estaciono y bajo, el R12 les muestra la abolladura
que me dejó un vecino hace un año, uno de esos vecinos que estigmatizan el
Barrio Las Vegas. Uno de esos vecinos que ocultan a estos otros, que sonríen
cuando me ven, me saludan y me abren, junto con las puertas, de alguna forma,
sus vidas.
—¿Cómo va Murillas?
—Yo bien, ¿y las votaciones. Hay tendencia?
—La propuesta uno.
La propuesta uno es el
Estaciono y bajo, el R12 les muestra la abolladura que me dejó un vecino hace un año, uno de esos vecinos que estigmatizan el Barrio Las Vegas. Uno de esos vecinos que ocultan a estos otros, que sonríen cuando me ven, me saludan y me abren, junto con las puertas, de alguna forma, sus vidas.
—¿Cómo va Murillas?
—Yo bien, ¿y las votaciones. Hay tendencia?
—La propuesta uno.
La propuesta uno es el
Lo que más necesitamos me dice y no me aclara,
es obvio así que no me lo aclara, da por sentado que comprendo, yo, que vendo
del asfalto y el agua corriente y las cloacas y el paso regular del colectivo,
tengo que saber y me pregunto si sé.
¿Sabemos los santotomesinos sobre estos otros, también santotomesinos?
Escucho el ruido de un rifle de aire
comprimido. Sabré después, cuando me acerque al otro centro de votación, el
Centro de Salud Lisandro de la Torre, que hay un herido, un niño o un joven –no
querré ahondar- que será llevado al SAMCO.
—Es que es difícil vivir acá porque la gente
cree que somos todos delincuentes y no es así, hay sí pero la mayoría somos
gente de trabajo que quiere progresar.
Dalila Moyano es la vicepresidente de la
Vecinal y hoy es fiscal de la votación.
Los ojos oscuros, jóvenes, se opacan.
—En la ciudad todos piensan que somos
delincuentes, ni trabajo nos dan cuando decimos dónde vivimos. Tenemos que
convivir con la delincuencia y encima los demás nos discriminan.
En la ciudad…me quedo pensando en esas palabras,
¿acaso el barrio Las Vegas no es parte de la ciudad?
—Una nena le dijo a su mamá qué tenía que
votar. ¿Se da cuenta Murillas?, los chicos saben lo que quieren, lo que nos
hace más falta
Me doy cuenta, veo los pies calzados con
ojotas, las marcas de caminar siempre en la tierra y el barro y me doy cuenta.
Más tarde, en el Centro de Salud, Betu Argüello, miembro de COMUNIDAD, me responderá cuando le pregunte sobre cómo maneja el contacto con tanta necesidad “..y se maneja” la estaré mirando a la cara a través del visor de la cámara y desistiré de fotografiarla, no registraré sus ojos claros enrojecidos por las lágrimas.
Yo escribo, me dirá Fabián Cabrera reconocido
por sus versos en el barrio y en COMUNIDAD. Hay que pensar en lo que uno da
aunque lo que pueda darse sea solo un buen rato ese día, que la pasen bien un
rato me dirá sin sonreír.
—¿Qué les parece esto de participar, de decidir
qué tiene que hacer el municipio en el barrio?
—Es la primera vez que nos preguntan. Que
alguien nos pregunta algo.
Es la primera vez que nos preguntan. Escucharé
la frase durante toda la mañana, saldrá de boca de los votantes, de Paola fiscalizadora
de la mesa en el Centro de Salud, donde Luis Martínez, coordinador de
Desarrollo Territorial, comerá un par de bocados, nada más, de un plato de
fideos que le alcanzarán desde el comedor sin que lo pida.
—¿Dónde andabas? casi te quedás sin comer ¿Ya comieron en el Centro? —Betu
—¿Dónde andabas? casi te quedás sin comer ¿Ya comieron en el Centro? —Betu
riéndose.
Risas. También yo me río.
—No sé —Luis, con el tenedor suspendido en el
aire.
—Es que vos siempre te olvidás de comer Luis,
pero el resto de la gente sí tiene hambre.
—Eso me dice mi mujer. Recorrí el barrio llevé
las propuestas, invité a participar, esas cosas. Viste Murillas, abrieron el
Centro de Salud para la votación, qué me decís, es la primera vez que se abre
un ámbito gubernamental para esto. Eso es bueno para el vecino, es una forma en
que puede ver el compromiso.
Asiento.
Para le mejorado f
, si las ha visto los días de lluvia, si las ha caminado envuelto en tierra los días de viento, si usted sabe o tan siquiera imagina. Probablemente no, para saber de la necesidad hay que verla, andarla, compartirla.
, si las ha visto los días de lluvia, si las ha caminado envuelto en tierra los días de viento, si usted sabe o tan siquiera imagina. Probablemente no, para saber de la necesidad hay que verla, andarla, compartirla.
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