domingo, 8 de agosto de 2010

Tío desconcertado en el día niño

Es un tío desconcertado en el día del niño

Como todos saben, al que Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos, así, en un desinteresado acto de altruismo y ayuda al prójimo decidí acompañar a mi hermana Beatriz en esto de encontrar el regalo ideal para cada uno de sus vástagos, un niño y una niña; dos monstruos insaciables y demandantes cosa que yo no ando repitiendo en voz alta para no ofender a la familia, pero que se, certeramente que es compartido por todos en el clan. Claro que también se que son la razón de nuestra miserable existencia, nuestra escasa alegría y exceso de preocupaciones.

Una de las alternativas para solucionar el gran problema del regalito es una mascotita pero mis sobrinos ya tuvieron una y si mal no me acuerdo su ingreso al maravilloso y hasta ese momento, agradablemente aromático hogar de mi hermana, fue mas o menos así y paso a citarla porque todavía ahora, ya en mi cama y con la bolsita de agua caliente en los pies me parece estarla oyendo:

“Hamtara (Hamtara colita lluviosa, para más datos) vos podés cree, así le pusieron de nombre al bicho. Finalmente lo supe (aunque tarde, como siempre). Uno debe tener una mascota para sus hijos. Luego, un hijo para su mascota.

Mamá quiero una mascota.

No.

Vos me prometiste.

¿Cuándo?!

Un hamster.

Ni sueñes.

Por qué. Buaaaa!!!!!

Ratones no.

No es ratón es hamster.

Después hablamos.

No, vos nos prometiste, vos nos prometiste.

¿A quieeennnn?!

Buáaaaaa!!!!!!!

Por la noche… y si, la vida está llena de casualidades

La encontré, bueno, me encontró.

Gracias mamá, gracias mamá. ¿De quien es?

De los dos.

Pero yo quería una para mí, a Leonardo traéle otra mascota. No es justo.

A Angi traéle otra. Esta es para mí.

¡Es de los dos! O la tiro por la ventana.

Pero yo le elijo el nombre, E-NA-NO.

Yo le elijo. Yooooo.

—Yooo, Buáaaaa!!!!

Mamá Angi no me deja ponerle nombre.

Uno cada uno, ¿si? ¿Siiii?

Si, yo primero, E-NA-NO. (Se supone que “enano” es un insulto)

No, yo primero.

Mamaaaááá.

Aborrezco a mi gato, su andar sigiloso por la casa en la noche me vuelve insomne. Los ruidos que emite me crispan los nervios. Si al menos maullara, pero no, si hay algo que no sale de la boca de Hamtara (Hamti para los íntimos) es: miau. En cambio emite esos gorjeos fantasmagóricos dignos de incluirse en cualquier novela de King. Con los perros es otra cosa, uno los odia por otros motivos: esas desproligidades higiénicas como hacer caca en el patio o babearte las piernas mientras estás sentado a la mesa, esperando que le arrojes comida. ¡En que c------(lean carajo, mi buena educación no me permite pronunciar groserías, sólo insinuarlas) habrá estado pensando el cromagnon que adoptó al primer perro!

Siempre lo dije, las bestias en la jungla; nosotros en los departamentos, de tres ambientes (ambientecitos), sin balcón (ni patio, obvio).

Mamá, Hamtara te quiere lamer ¡que lindo!

Sacame el gato sacame el gato. ¡SACAME EL GATOOO!

Es que vos no la querés.

No.

Leonardo mamá no la quiere a Hamtara. Buaaa!

Mamá, Angi dice que vos no querés a Hamtara.

—No, definitivamente.

Dejála Angi, mamá es mala.

Y al rato…

¡Mamáaaa, la Hamti se cagó en la cama de Leonado!”

Bueno, gracias a Dios el gato se cansó de mis sobrinos y se las tomó por lo que la casa de mi hermana dejó de oler a orines.

Pero me fui por las ramas y no hablé de la ajetreada mañana que pasamos a los codazos en la juguetería tratando de encontrar algo que a ellos les gustara y que además se adaptara a nuestro presupuesto, cosa de por sí incompatibles de entrada misma. Luego de arduas deliberaciones durante un par horas soportando la risa falsa de la vendedora salimos con dos paquetitos que colocamos sobre las almohadas de sus camas sin tender, porque mi hermana para este año decidió que el que no arregla su cama duerme como la dejó al levantarse. Dato al margen: hace una semana que las camas parecen nidos de carancho y Beatriz se mantiene con estoicismo, Dios sabrá hasta cuando porque yo estoy viendo que la piel de la cara ya se le está volviendo verde cada vez que entra a las habitaciones.

Niños: hijos, sobrinos, nietos, hijos de amigos, y…comerciantes, la combinación ideal para que nosotros, las pobres víctimas de estos sistemas macabros del Día de….vivamos con el corazón el la boca y los bolsillos vacíos.

En fin, son nuestro niños ¿Quien no espero un juguete el día del niño? así que no es que seamos estúpidos, es que amamos ver sus caras mientras abren los paquetes y por eso, sólo por eso, participamos de este juego que beneficia a pocos y deja muchas caras tristes, tanto de padres imposibilitados de agarrarse a codazos en la jugueterías como de ver las caritas, esas caritas que nos reconcilian un rato con la vida.



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