domingo, 7 de julio de 2013

El periscopio (ese espejito delator)


Foto.JorgelinaUrrutia 

Quinto encuentro de “Recordando para el futuro”, el ciclo de charlas conducidas por Carlos Fluxá.
Centro Municipal de difusión de los Derechos Humanos

Sin frío, digo, el azul del cielo del lunes no era ese azul con frío del invierno, ese azul helado como cristalizado o vidrioso,  era más bien un azulcito desparramado y blando hundido acá y allá como si alguna vieja le hubiese plantado las estrellas con hilo y aguja como lo hacen con los botones en los almohadones.
El mecánico me devolvió el R12 pero elijo caminar. En la puerta del multiespacio de cultura, Luis Martínez,  Raúl Viso y un celular del que se desprende una oreja que pertenece a Daniel Dussex. Saludo con un gesto de cabeza a todos, incluido el celular; a todos menos a Viso, hace rato que no lo veo así que lo abrazo y siento cómo el brazo único rodea mi espalda.  Miro más bien espío el interior del espacio iluminado. A esa hora, cinco minutos antes de las ocho, nada hacía suponer que el lugar se llenaría. Entro y me siento. Ahí está el joven clon del ché, como se sacó la boina y lleva un gorro de un color indefinido cruzado por  rayas anaranjadas, tardo unos segundo en reconocerlo.
Jorgelina Urritia me sonríe y me dice deme un beso no sea esquivo y la beso y le digo andá dormir que la gripe se te nota en la cara pero antes sacame una foto para el diario. Sí, me parece que caigo nomás, me dice mientras se va hacia el sector donde el sonido la espera para poder ser sonido durante toda la velada.
Sobre la pared un mosquito visco, azul blanco y rojo, un mosquito con un lápiz en una mano, despatarrado en un vuelo azulino. Todos reconocemos el logotipo del Círculo de dibujantes santafesinos.
Una broma: está todo lleno de presos acá. La risa unísona. Quién podría haber sido sino El Turco con esa sonrisita ladeada y entredientes, buscándote la complicidad.
Hace poco más de un año se inauguró el mural “Sueños colectivos”, una iniciativa de la Asociación de ex presos políticos de coronda, llevada como quien dice a la pared por el Círculo de dibujantes santafesinos, y es ni más ni menos que la génesis ese mural, lo que muestra el video que luego de las presentaciones y la retrospectiva de rigor, compartimos en silencio.
Debo decir que tengo la suerte de conocer a Raúl Viso desde hace algunos años y que tengo la suerte también de compartir de algún modo sus proyectos, vino tinto de por medio, y lo que veo y lo que escucho, lo escuché cuando no eran más que ideas desordenadas tomando forma en su mente y su corazón. “Sueños compartidos” es un mural colectivo, es cierto, lo fue su realización y sus reconstrucciones luego de los ataques vandálicos, pero, siempre hay un pero, la idea partió de una cabeza y como dije también de un corazón; la cabeza y el corazón de Raúl Viso, que fue presentado simplemente como integrante del círculo, cosa que yo no voy a desmentir porque un impulsor un trabajador incansable un creador pensante porfiado autoritario cascarrabias también es, simplemente un integrante ¿no?
El video me muestra lo que tuve que imaginar descifrando las palabras a veces entrecortadas de Raúl, lo que tuve que imaginar y completar viendo los primeros trazos a lápiz, trazos a grandes rasgos que se cruzaban y superponían; el video, digo, me muestra el mural, la realización, la pintada, el mate compartido y la cámara yendo y viniendo registrando dejando como quien dice la huella que ahora es video, el video va mechando ese ir y venir de gente y pinceles sobre la vereda de San Gerónimo, casi Cándido Pujato, frente a la UNL, con la cara y la voz de uno de dos de tres ex presos políticos, sus caras sus voces contando y sus manos también contando.
“Nos mataban a patadas y trompadas, pero al lado de lo que sufrieron otros eso era la salita rosa, otros fueron los verdaderamente torturados”.
“¿Yo?, qué quería yo? Quería lo que todos los pibes de mi edad, una sociedad más justa, trabajar, una novia…”
“No encontré trabajo, no pude volver a nada después que salí de Coronda, por eso me fui”
“Estábamos organizados nos ayudábamos no perdimos el control del territorio, con un espejito que sacábamos con un alambre, mirábamos, sabíamos todo lo que pasaba”
“Salíamos unos minutos al día y caminábamos por el patio. No teníamos permitido hablar”
Viso se mantiene en silencio, escucha lo que sabe, escucha contar lo que él también vivió.

—¿Qué leían en la cárcel?, si es que leían algo, si es que tenían algo para leer.
—El prospecto de los medicamentos.
Me río, todos ríen, hasta ellos; hasta ellos…


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