jueves, 26 de agosto de 2010

Ahora sí

Ahora sí estoy en la reposera, no como Tomatis que está en la terraza, sentado en calzoncillos (vinito blanco con hielo a diez centímetros de la mano) desde el mismo día que recibió la herencia de aquel tío que se quedaba dormido en el patio, aparentemente al solcito, aunque todos sabían, sobre todo Tomatis, que solo el cuerpo estaba allí, que el tío andaba Dios sabe dónde.
Volviendo a mí, estoy en la reposera porque me fui de la revista a vivir de los dos mangos que tengo de jubilación (los motivos los dejo a la imaginación del lector). Por suerte, igual que a Tomatis, a mí me quedó la casa de la vieja, toda para mí, porque mis hermanos, más inteligentes (leáse más comerciantes o menos idealistas; más realistas o menos bohemios; más laburantes y menos escritorcitos) tienen una lindas mansiones en pleno centro en pleno tránsito en pleno smog en plena elit santafesina. Y siguiendo con las coincidencias que me unen a Tomatis, yo también tengo una hermana que me hace la sopa, una media hermana, en realidad (Beatriz, para más datos) que a diferencia de la de Tomatis, vive en su propia casa, no en la mía.
Otra cosa que separa la reposera de Tomatis de la mía es que que él está allá arriba en la terraza de baldosas rojas mientras yo estoy acá abajo, bajo el sauce, sobre el piso de tierra, entre las cagadas de mis tortugas (herencia de la vieja), cosa que me hace pensar que hace rato que no ando por el patio y que no le vendría mal como quien dice una manito rastrillo.

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