jueves, 26 de agosto de 2010

Nadie tiene la culpa

“Y allí, ¡nadie tiene la culpa! La policía se lava las manos, diciendo que ellos no tienen la alcaidía para refugio de menores sin hogar. Los maestros se disculpan, observando, y con razón, que todo aquello que les pueden enseñar a los chicos es anulado por los mayores delincuentes que conviven en el conjunto. El director del establecimiento, a su vez, arguye que el edificio es pequeño y que él no puede hacer milagros […]”. (*)No; no es una trascripción de la nota que salió al aire esta mañana en el programa del Coni Cherep. Podría ser pero no. Es Arlt, sus aguafuertes inéditas, 28 de Octubre de 1932, para más datos. El día menos pensado (1) se las llevo al Coni y se las regalo, así las tiene a mano para cuando mande la ocasión, quien te dice y diputados y senadores se enteran de que el problemita con los menores viene desde hace un tiempito atrás, digo, a ver si se apuran, no vaya ser que para el 2080, haya que volver a citar a Arlt, y también al Coni, cuando algún legislador crea que descubrió la pólvora. “No sé, mi trabajo es legislar”, contestó la diputada que anda por los medios revoleando su proyecto de bajar la edad de imputabilidad de los menores a los 12 años. El Coni, que le había dicho que si no le parecía que había que buscar soluciones de fondo y no sólo de forma; que si no le parecía que entre todos estamos construyendo una sociedad que de alguna manera forma delincuentes, se calló un ratito, supongo que para respirar hondo.“[…] el juez de menores y los defensores, no sé de qué modo se justifican; los médicos que aseguran que un menor es un degenerado cuando no lo es, que no lo es cuando lo es, afirman los maestros, prácticos en esto de analizar chicos […]”. (*)Arlt… el Coni… y más de setenta años en el medio. Ahora que lo pienso, así como no están hoy los señores de los habla Arlt, yo no voy a estar en el 2080, tampoco la diputada; así que mejor dejo esto por escrito.Imposible seguir leyendo porque a esta hora (son casi las seis de la tarde), la costanera se llena de mosquitos, así que me levanto y camino.A la altura donde empieza el paseito peatonal las encuentro; pasan junto a mí y las escucho. Caminan en sentido contrario al que yo llevo, van hacia la playa. Seguro llegan a la altura de la vía y dan la vuelta y empiezan a caminar hacia San Martín, y a la altura del anfiteatro, el que era el anfiteatro, dan la vuelta y otra vez hacia la playa. Las llamo con cariño las señoras Giro.—Tinelli estuvo genial.—No me pareció para tanto.—Vos porque sos una amargada ¿No viste todos los cantantes y Gasalla y Francella?—No me gusta Francella, siempre hace de Francella y a los cantantes los vi, muy lindos son, pero también los escuché y sonaban como una bolsa de gatos.—Lo que pasa es que vos te la das de intelectual por eso…Ahí las dejé de escuchar, y seguí caminando al borde del asfalto. Un automovilista me puso cara de “salí de la calle”, pero me hice el que no me daba cuenta. Los santotomesinos caminamos por calle ¿y qué?En el parquecito no hay nadie, excepto un perro que ni me mira. Podrían terminar la defensa, pienso. Ya va siendo hora.La 7 de marzo y Maciá debe ser la esquina más ruidosa de Santo Tomé, uno no puede ni escucharse los pensamientos. Descarto el cafecito en Bizarro porque se me antojó un helado. En la heladería no hay nadie más que yo. La pareja llega en bicicleta, tienen catorce o quince años. Ella le dice “preguntá cuánto cuesta” y se queda afuera medio apoyada en la bicicleta. Él entra y la empleada se para firme detrás del mostrador. Le echa una mirada entre asustada y alerta a su compañera de trabajo que deja el trapo con que repasa las heladeras y se para junto a ella. “Helado”, dice él. Y se queda esperando. Las empleadas siguen firmes. Yo dejo la cucharita clavada en el chocolate y me preparo para cualquier cosa. “Helado…de dulce de leche”, repite él. Una de la muchachas le dice “26 el kilo…15 el medio... 8 el cuarto”. Él no contesta y la empleada repite “26 el kilo, 15 el medio, 8 el cuarto”. Él se da media vuelta y sale. La chica que lo espera se para al costado de la bici y la sostiene por el manubrio. Él se acerca y la mira; yo no puedo ver cómo la mira, pero sí veo los ojos de ella, que lo miran a él como diciendo “no se puede, bueno no te preocupés, otro día” pero no se lo dice y comienza a caminar con la bici a la par; con él que la sigue con la cabeza baja. Portación de cara, pienso; de cara y ropa gastada y piel oscura; y me avergüenzo.“Se ha llegado al colmo de lo irrisorio, y las contradicciones son ya tan monstruosas que la única conclusión que se desprende del examen de ellas, es la siguiente:Nuestra sociedad, con o sin culpa, está fabricando delincuentes. Y los jueces lo saben. No pueden ignorarlo; están en la obligación de no ignorarlo”. (*)Al rato nomás, mientras el chocolate me sabía un poco amargo me acordé:“Contemplaba al mundo que acababa de entrever con la mirada fría, que es la mirada definitiva, y veía en él, el matrimonio, pero no el amor; la familia, pero no la fraternidad; la riqueza, pero no la conciencia; la hermosura, pero no el pudor; la justicia pero no la equidad; el orden, pero no el equilibrio; la autoridad, pero no el derecho; el esplendor, pero no la luz”. No, no se equivoque, no sigo citando a Arlt ni me acordé de la editorial del Coni; es Víctor Hugo; El hombre que ríe, 1869.(*) Roberto Arlt; Tratado de delincuencia –Aguafuertes inéditas-. Biblioteca Página/12, junio 1996.(1) Programa radial "El día menos pensado"; LT-Radio Universidad. Conductor: Osvaldo (Coni) Cherep.

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